A los ricos de este siglo manda que no… pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 1 Timoteo 6:17
El varón que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor… será como el árbol plantado junto a las aguas… y no verá cuando viene el calor. Jeremías 17:7-8
En Francia, desde hace más de veinte años, el Instituto nacional de estadística y estudios económicos evalúa la opinión de los hogares sobre su situación económica y ofrece datos sobre el comportamiento de los consumidores. Hacen cálculos y cada mes sacan una estadística llamada «la moral de los hogares».
Esta designación parece significar que la confianza y el optimismo de los ciudadanos depende principalmente de su nivel de vida y del monto de sus ahorros. A nosotros, cristianos, esto debería llamarnos la atención. Debemos reconocer que a menudo nuestro estado de ánimo depende mucho del aspecto material. Sin embargo, tenemos un Dios todopoderoso que se ocupa de nosotros en todas las circunstancias de nuestra vida, que incluso sabe cuántos cabellos tenemos (Lucas 12:7).
Se ocupa de nuestro cuerpo y también de nuestra alma; nos hace partícipes de “toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).
Seamos conscientes del inmenso privilegio que tenemos y estemos más tranquilos y confiados en el Señor. Pongamos en práctica la exhortación del apóstol Pablo: “Regocijaos en el Señor siempre”, quien al mismo tiempo daba ejemplo de ello: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”.
Ni la abundancia ni las privaciones afectaban su tranquilidad, pues ésta tenía su fuente en Cristo, quien lo fortalecía (Filipenses 4:4-13).
No hay comentarios:
Publicar un comentario