viernes, 4 de julio de 2014

Levántate

(Jesús dijo al que había muerto:) Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios. Lucas 7:14-16

(Lea Lucas 7:11-17)
En la entrada de la ciudad de Naín se encontraron dos multitudes. Una iba tras un féretro en el cual yacía el hijo único de una viuda, y la otra seguía a Jesús. 
¡Qué contraste entre esos dos cortejos! 
Uno iba tras el “Autor de la vida”, Jesús (Hechos 3:15), y el otro tras la muerte, esa despiadada muerte que se apodera de uno sin preocuparse por los dolores que causa. La multitud que formaba el cortejo fúnebre mostró una verdadera simpatía por la madre, pero, ¡qué débil consuelo ante la irremediable realidad! Al ver a la madre, Jesús se compadeció de ella y le dijo: “No llores” (v. 13).

 Sólo él podía hablar así, pues sólo él podía devolver la vida, y lo hizo mediante una frase: “Joven, a ti te digo, levántate” (v. 14). Con ternura devolvió a la madre su hijo único vivo.

¡Qué extraordinario consuelo!


Esas palabras tan personales de Jesús: “Joven, a ti te digo”, quizá también se dirijan a usted que lee estas líneas, sea joven o mayor. ¿Su vida es triste y carece de sentido? ¿Se siente incomprendido, anónimo? Jesús tiene para usted y sólo para usted una palabra personal. Usted y su historia son únicos para Dios, incluso si su vida le parece poco interesante o incluso dolorosa.

“Levántate” (v. 14). En el evangelio este verbo está ligado a la resurrección.


 Una vida totalmente nueva le será dada. Hoy usted puede tener un encuentro con el Señor si escucha y recibe su Palabra. 

Lea la Biblia, pida al Señor que abra también su corazón a Su mensaje, y usted vivirá.

FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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