¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?. Lucas 24:5
Después de la muerte de Jesús en la cruz, su cuerpo fue colocado en una tumba. Normalmente era ahí donde se debería haber encontrado los días siguientes. Pero cuando las mujeres fueron a ese lugar muy de mañana el domingo, para embalsamarlo, ¡qué sorpresa se llevaron al encontrar la tumba vacía!
Efectivamente, Jesús había resucitado. De nada servía buscarlo en la tumba. Él mismo se presentó vivo a esas mujeres que estaban perplejas y desamparadas.Aún hoy puede suceder que busquemos a Jesucristo en un lugar equivocado.
Podemos buscarlo intelectualmente, sometiendo a nuestra mente crítica todo lo concerniente a él; pero no es así como lo hallaremos.
También podemos buscarlo en una religión, confiando en especialistas de temas religiosos. De este modo tampoco lo encontraremos.
Incluso podemos tratar de buscarlo en las diferentes opiniones humanas respecto a él. Ahí tendremos mucho para escoger, pero a él no lo encontraremos.
Pero también podemos buscarlo mediante la oración y la lectura de la Biblia, con fe, dispuestos a escucharle, a creer lo que dice, pidiéndole que nos ayude a comprenderlo. Si usted lo busca con sinceridad de este modo, lo encontrará.
Escuche la eterna voz: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11:9-10).
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