martes, 25 de junio de 2013

La fidelidad conyugal

Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Mateo 19:6
Honroso sea en todos el matrimonio. Hebreos 13:4
Se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios. Hechos 16:34
 

Cuando se le hizo una pregunta sobre el divorcio, Jesús respondió volviendo a los orígenes: “Al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios” (Marcos 10:6).

Desde el principio, la complementariedad entre el hombre y la mujer es fundamental, un regalo del Creador. Para ello se requiere una comunión íntima y profunda gracias a la entrega mutua entre los cónyuges. Por eso Jesús explica que “el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”. E insiste: “Así que no son ya más dos, sino una sola carne” (Mateo 19:5-6).


Esta unidad fue el propósito de Dios cuando creó la raza humana, hombre y mujer. Quiso esta unidad para la felicidad de la pareja. A los que le preguntaban si era lícito repudiar a su mujer, Jesús responde: “Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).

Esta exhortación se dirige a todos, hombres y mujeres, responsables ante su Creador.

Amigos cristianos casados, la fidelidad conyugal es un testimonio a lo que Dios previó para la felicidad de los seres humanos. La voluntad de Dios y todos sus recursos están ahí para que nuestra unión sea feliz y vivificadora, primeramente para nuestros hijos, dándoles un hogar, amor y una seguridad para crecer y desarrollarse. Pidámosle a Dios que mantenga nuestra pareja en la gracia y que haga de nosotros testigos de su amor y de su fidelidad.

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