Nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Tito 3:3
Tristemente
esta frase es cierta, pues vivimos en un mundo donde las guerras, los
genocidios, las torturas y otras crueldades perduran a principios del siglo 21
como en la época del poeta latino Tito Maccio Plauto.
Diariamente se constatan
hechos que nos muestran la maldad del corazón humano, pero esto no debe
sorprendernos.En efecto, hace mucho tiempo, las personas consideradas más respetables y que representaban la autoridad y la justicia de su país, crucificaron a Jesús. Y eso que él sólo había hecho el bien durante toda su vida. Al rechazar a Jesús, el hombre rechazó al Dios Salvador, él único que podía cambiar el corazón del hombre desesperadamente malo.
Desde entonces, ni
los progresos de la ciencia y la tecnología, ni las diferentes religiones o
filosofías consiguieron mejorar el nivel moral de la sociedad. La historia de
todas las civilizaciones muestra que el hombre sigue siendo un lobo para el
hombre.
Pero si bien el corazón de los hombres no ha cambiado con el paso de los siglos, Dios sigue siendo el mismo eternamente. Pese a todos los actos de violencia cometidos en la tierra, Dios persevera en su amor por cada ser humano, incluso por el más cruel o corrompido. Desea salvarlo y darle una naturaleza parecida a la suya e inclinada hacia el bien.
Aún hoy quiere salvar a todo el que reconoce sus pecados y deposita su confianza en Jesús.
Pero si bien el corazón de los hombres no ha cambiado con el paso de los siglos, Dios sigue siendo el mismo eternamente. Pese a todos los actos de violencia cometidos en la tierra, Dios persevera en su amor por cada ser humano, incluso por el más cruel o corrompido. Desea salvarlo y darle una naturaleza parecida a la suya e inclinada hacia el bien.
Aún hoy quiere salvar a todo el que reconoce sus pecados y deposita su confianza en Jesús.
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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