¿Lo dejaron entrar? |
Un grupo
visitaba el Keble College en Oxford, Inglaterra. Cuando los visitantes llegaron
al célebre cuadro de William Holman Hunt (1827-1910), titulado «La luz del
mundo», en el que el artista representó a Cristo llamando a la puerta de nuestra
vida, varias personas expresaron su admiración: uno resaltó la calidad de los
colores, otro la expresión del rostro, otro hizo notar que la puerta no tenía
manija (o picaporte).
Sólo un niño hizo la pregunta principal:
–Papá, ¿lo
dejaron entrar?
Esta es la pregunta que Dios hace a cada uno de nosotros. Es
una pregunta crucial que decide nuestro futuro eterno. Dios nos reveló su amor
en Jesús, a nosotros, quienes tan a menudo estamos encarcelados por el miedo o
la amargura, cautivos por malas tendencias.
Jesús nos ama y nos llama, pero al
igual que en el cuadro de Hunt, la manija está por dentro. Jesús no fuerza la
puerta, ¡somos nosotros quienes debemos invitarle a entrar! Depositemos nuestra
confianza en él, pues es el Hijo de Dios.
El llamado de Jesús compromete
nuestro futuro eterno, pero también quiere ser la fuente de nuestra vida, la
razón de nuestras decisiones, de nuestras acciones… Abrirle la puerta significa
creer que Jesús quiere hablar conmigo; es aceptar que lo necesito, que necesito
conocer su presencia, su amor y lo que hizo por mí.
Jesús dijo: “El que me
ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada con él” (Juan 14:23).
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