martes, 22 de abril de 2014

Permanece involucrado

Confía en el Señor y haz el bien. Salmo 37:3

  Sabes que es un mal día cuando… tu hermana gemela se olvida de tu cumpleaños, el cheque que recibes del gobierno como reembolso por impuestos pagados, no tiene fondos; colocas ambos lentes de contacto en el mismo ojo o despiertas en una cama en el hospital, y tu agente de seguro médico te informa que tu póliza por accidentes cubre cualquier caída de un techo, pero no el chocar contra el suelo.
  ¿Cómo poder recuperarnos de ocasiones como estas, cuando todo parece ir de mal en peor? ¿Qué actitud tomar cuando las cosas sólo parecen empeorar?
  
   En tiempos como los descritos, somos tentados a enfocarnos en nosotros mismos y en los implacables problemas. Sin embargo, lo mejor que podemos hacer es precisamente lo opuesto: involucrarnos con otras personas.

   El comediante George Burns dijo que la clave de la felicidad radica en ayudar a los demás. Si le preguntas a las personas qué los haría feliz, recibirás respuestas tales cono un auto nuevo, una casa mejor, un aumento de salario, ganar un premio de la lotería, cirugía plástica del rostro, más hijos, menos hijos, visitar un restaurante nuevo, etc. Es muy probable que ni una de cien personas dé como respuesta: La oportunidad de ayudar al prójimo. Sin embargo, es esto lo que podrá traernos la mayor felicidad.

   No conozco al doctor Jonás Salk, pero después de la que ha hecho en nuestro beneficio con su vacuna contra la poliomelitis, si aún no es feliz, entonces debería pedir que su brillante cerebro sea examinado. Por supuesto, no todos podemos  hacer lo que él hizo. Yo mismo estoy consciente de no tener esa posibilidad; pero sólo porque él se me adelantó.

   Pero el asunto es que no tiene que ser algo tan extraordinario como la vacuna contra la poliomielitis. Podría ser, por ejemplo, dedicarle tiempo a una causa digna, desempeñar algún servicio necesario, o tan solo hacer algo por ayudad a otro ser humano.

   ¿Qué podemos hacer para ayudar  a otros? Una sonrisa, o un favor  inspirado a un compañero de trabajo que se encuentra bajo mucha tensión. Una simple nota de gratitud, o una tarjeta en la cual expresas a un amigo que a pesar de la distancia, siempre lo recuerdas. Un ramo de flores para la secretaria sin una aparente razón especial, excepto demostrarle que aprecias su trabajo. Activa tu imaginación y creatividad al expresar tales actos de bondad. En esos días no muy  placenteros, cuando nada parece funcionar bien… 

¡tú puedes contribuir haciendo algo <<excepcional>>!


FUENTE: Un café con Dios. Un Devocionario. Editorial Unilit. Miami, Fl. 33172 

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